Cuando la gente oye la palabra póquer, piensa inmediatamente en él como el juego de cartas más popular del mundo, que ofrece una combinación perfecta de cálculo matemático y azar y que es apreciado por jugadores de todo tipo. Aunque esta impresión del póquer tiene cierta base en la realidad, es una simplificación excesiva. Para entender bien este juego, hay que comprender que el póquer nunca fue un conjunto de reglas consistente; a lo largo de su historia, las reglas han evolucionado y variado constantemente, dando lugar a diversas variedades del juego. A pesar de que hay variedades más populares (como el Texas Hold’em), la palabra “póker” suele estar abierta a la interpretación y a la variación favorecida.

Como resultado, en lugar de ver el póquer como un solo juego, es más preciso considerarlo como una colección de juegos, cada uno con su propio conjunto de giros y vueltas. Debido al gran número de variantes, se dividieron en distintas “familias”, que solían agruparse por el protocolo de reparto de cartas y apuestas. El Straight Poker, el Stud Poker, el Draw Poker y el Community Card Poker son las familias más frecuentes. Incluso ahora, se desarrollan nuevas variedades de forma regular.

Debido al enorme número de variantes de póquer, es casi difícil tener éxito en todas ellas al mismo tiempo, por lo que los jugadores de póquer centran sus esfuerzos en un pequeño número de variantes. Jugar y ganar en un tipo de póker no garantiza el mismo grado de éxito en otro. Por lo tanto, si uno desea cambiar de variante, es prudente dedicar algún tiempo a aprender una nueva “disciplina” y todas sus tácticas.